Cuando todos nos marchemos
Cuando todos nos marchemos de este barrio
quedará la música de nuestros labios,
aunque no quede nadie que la quiera cantar.
Estará en el canto del pájaro,
en el silencio de la noche,
en el silbido del viento.
Quedará en el agitar de las ramas,
en la tormenta tropical,
en el galope del caballo,
en el aullido del lobo
y en las flores de la ciudad.
Y cuando no queden poemas que recitar
nos quedará el canto del mirlo
o de las gotas de lluvia rebotando
sobre el ventanal de tu camastro.
Cuando todos nos hayamos ido,
quedará el canto del petirrojo
en el azul del cielo lejano,
en los bosques, en los campos
y en el sonido de su corazón eléctrico.
Cuando todos nos marchemos de este barrio,
sonará el canto del ruiseñor
volará libre a cielo abierto
y cantará cada mañana en un eterno abril.
Cuando ya nadie cante a la mañana,
quedará el sonido del canto del jilguero
único campero que canta libre
y muere si cae prisionero.
¡Cómo yo! ¡Que muero por vivir!
Que me siento preso en este mundo servil
por eso canto un cante libertario
y vuelo libre como los pájaros
buscando cómo liberarnos y salir de aquí.
Cuando todos nos hallamos marchado,
quedarán el mirlo, el ruiseñor y el petirrojo,
con su cante apasionado,
volando sobre los campos
o cantando libres en cualquier jardín abandonado
05 de agosto de 2017
Luis de Laos