Ansiedad. Poema de amor y muerte IV

Entre los dientes descoloridos

por el trato de los vicios

como las venas, como la sangre,

como la sal que me envenena.

Como el barro de tus manos

y las alas cortadas de tu espalda

que posadas sobre la arena

dejaron de aletear.

Como un ángel encadenado

entre los barros de la tierra

que marchita se quema

donde los cuerpos no paran de sudar.

Solo se escuchaba respiraciones aceleradas

ojos en blanco por los vicios asumidos por la ansiedad.

Y los orificios quebrantados por los años,

rotos, desgastados por un momento de fragilidad.

Llegaron los cuervos a sacarnos los ojos

en el delirio, en el cruce de vasos

también llegaron los gusanos a la descomposición

a los ojos vacíos, narices sangrando, vasos vacíos

los gusanos se alimentan y siguen devorando

en el espejo de la putrefacción.

No me dejan morir,

les alimentas con la carne putrefacta

mientras miras fijamente, incansable

sonriendo, volviéndome loco por el dolor. .

Eres joven siendo vieja

la soledad te acompleja

en los muros que te apresan

Donde cabalgas sin montura

un caballo que con locura

no para de galopar

Esa joven que ya es vieja

experimenta entre sus piernas

para dejarse llevar

Lo que acaricia suavemente con sus dedos

yugo ardiente, dolor complaciente, le aleja de la soledad.

Y todo lo mueve la mentira

que reconforta las heridas

hurgando entre la desidia de nuestras vidas

arrebatando nuestra libertad.

Déjame morir.

14 de Marzo de 2016

picture_jpg(2)00