Cobarde

Cuando no encuentras una razón

para levantarte

y huir de este corazón

parlante

y de los pétalos que ya no lucen

en las flores de Marte

y el pardo de tus ojos espera rechazarte

sin ningún perdón

es cuando cambias de sayo

y mudas el bostezo de la sinrazón.

Mudaste varias veces la piel muerta

y ocupaste un corazón desahuciado,

olvidando el miedo a vivir

al escuchar el ruido de tu motor.

Ruido que lucha en silencio

y abrumado,

sucumbe al sonido atronador.

Los gatos ya no cantan rock and roll

esperando que los pájaros ya no le silben al Sol

entre los latidos del desaliento

de un pobre público abrumador.

Bailando entre los alfileres de la pasividad,

comiendo los arrestos de la soledad

donde la muerte te escupe en la cara

mojando las lágrimas de la precariedad.

Y tratas de ocultar el miedo a olvidar

pasando el tiempo coleccionando

momentos finitos

momentos que no pasarán

de la barricada neutral

y de los cuerpos en descomposición.

Vivir en precario entre los barrotes

posando en esta ciudad

las huellas nunca se borraron

en el camino que te tocó andar

y los muertos fueron olvidados

en esta sucia y vil guerra civil.

¿Cuándo ocurrió este desaliento

cuándo murió este momento

cuándo se apagó el candil de tu corazón?

Cuando se calentó el invierno,

cuando se enfrió el averno,

cuando desapareció el Abril, la pasión

y se perdió la locura de la imaginación.

Caer, levantarse y mirar al frente

caminar, reír y seguir adelante,

parar, llorar y cantar tristemente

gritarle al sol, dejarlo pasar y vivir constantemente.

Y llorar cuando todo sea una pose

y morir cuando todo explote.

Barricadas en las calles

gritando no morirán

y tu que todo lo dejas pasar

huyendo de la muerte de alquitrán

mirando entre los ventanales

y las esquinas de un sucio bar.

Gritar tu miedo a vivir

y callar tu miedo a morir

correr y desaparecer

de estos barrotes,

de este mar sin beber.

Una verdad se olvida

entre los barrotes de la soledad

y se deja querer.

Castiga,

no es momento,

a quien no lo quiere ver,

sin aliento

correr o desaparecer,

en esta carrera que vas perder,

huir, mentir, romper,

y volver a vencer.

Es la brisa que no descansa

es la noche de tu atardecer

es la mirada que se cansa

es tu vida a punto de perecer.

Y al final siempre escuchas

los pájaros cantar

y pierdes el equilibrio mientras achuchas

a los perros que custodian tu contaminado mar.

Y huyen del aliento de los gatos

que en las barricadas ofrecen resistencia

gritan, aplauden, luchan

y se mantienen firmes

defienden la barricada con paciencia

caen, se levantan y siguen hacia adelante

plantando cara y mueren sin ser cobardes.

Y tu en tu castillo, maldito cobarde

sin dar la cara pero siendo vencido

por aquellos que rompen los cristales

y doblan los barrotes de la desigualdad

de esta sucia ciudad.

01 de Julio de 2016