Hiedra

Hiedra que trepa al andar

para comerse el olvido.

Y enterrada en hormigón descansará

como los presos sin caudal

en la prisión de tu cuerpo podrido

Postrados en un altar asoman tus pechos

colmados como un vaso de vino

en una terraza de cualquier domingo

Hiedra que quema al pisar

toda la felicidad de un galán

que con despojos de alquitrán

imagina la ciudad reducida en un madrigal

Y cuando muge la esencia en las tripas

de tu cuerpo enredado entre mis piernas

calienta la noche y enciende la mecha

en un corazón lleno de lamparones

Se asoma en la vereda de tu mirada

con el murmurar de los hambrientos

entre sollozos y lamentos que produce la soledad

Mientras el poeta grita en su aullar

que no es de nadie

y recuerda que la soledad es un derecho en propiedad

que pertenece a quien la quiere encontrar

y que nadie te la puede arrebatar

a no ser que tu la quieras soltar

Y es como la hiedra que trepa hacia tu altar

que es tu corazón y tu pensar

trepa y te hace vomitar malos sueños sobre el mar

y se queda con la esencia de tu brisa al andar

robando sabores y los colores de tu sombra

entre los matorrales de tu soledad.

21 de Marzo de 2016