Las Libélulas nocturnas.

A Toche

Las miradas perdidas

por una canción olvidada en la brisa del atardecer.

Corazones podridos por flores marchitadas.

Son como libélulas nocturnas,

viajeras incansables ilustrando miradas.

Vuestras penas anhelan un miedo atormentado.

Corazones rotos que escapan del viento

vacíos de gotas de sangre colmadas en vino.

Imposible no esperar ese final programado,

siendo posible no gritar entre las líneas de este cuento.

El odio, ha sido encontrado donde las naciones se desencadenaban

y el amor es un sucedáneo de bufonada y reclamo.

Las miradas se entrecruzan desnudando la apariencia.

Emergiendo el deseo correspondido,

donde nace y muere la decencia.

Decadentes,

hombres y mujeres

de la tierra baldía,

transformadas en libélulas nocturnas,

que se miran incansables.

Vuelan ilusionadas hacia el final de sus vidas,

creyendo que su guía les velará por siempre.

Caen hojas al amanecer

y los ojos lloran -vienen ocultándose-

donde las golondrinas duermen el anochecer

y dos corazones mueren abrazándose.

Es una melodía triste

aunque sólo la dejamos marchar

porque a cara perro persiste

allá donde sólo los piojos quieren llegar.