Un viejo cuento de Navidad, descanso.

Hoy es un día como otro cualquiera de invierno después de acabar en el turno de noche, cansado y con mucho sueño.

¡Bueno!¡Hoy es un día especial! Llegué a casa acompañado de una niebla que empapaba los huesos, que calaba hasta el alma y que me dio los buenos días.
Me preparé mi desayuno, un tazón de leche templada con cereales y me puse a ver las noticias. Lucía se estaba preparando para ir a su curso de inglés y me dio el beso de buenos días mientras me contaba lo que aconteció ayer en el Museo. Ella se fue dejando un gran vacío a mi alrededor y yo continué viendo las noticias y desayunando con la tristeza del abandono. Cuando terminé de desayunar me fui a la cama con la resaca del cansancio, me quedé dormido por más de una hora en el sofá causándome un gran dolor en el cuello. Me lavé los dientes, la cara, me desnudé, me puse mi pijama y me acosté en la cama dispuesto a disfrutar del descanso y de mis sueños en el mundo Anarquía.

Pero no podía dormir, crecía en mi una duda, una desazón, un malestar, aparecía el insomnio luchando contra mi cansancio y ganando la batalla. Algo faltaba en mi alrededor ¿Que era? No podía descansar pensando que me faltaba ¿Que era lo no me dejaba dormir? ¿Era la marcha de Lucía?¿Era que no había hecho pis?¿Que era? Y no paraba de dar vueltas en la cama, luchando contra el insomnio. ¡Y vueltas y más vueltas!

Y me sentaba en la cama, me iba al salón, bebía agua, me volvía a acostar y vueltas y más vueltas. Y de repente ¡Zas! Surgió la idea, el porqué de mi vigilia. Salté de la cama tropezándome con la calzadora y me estampé contra el suelo. Al intentar levantarme tiré del cable de la lámpara golpeándome en la cabeza con ella pero cuando intenté esquivarla giré la cabeza y me di con el pico de la cómoda. Con todo esto y cegado por el dolor y continuando con el intento de levantarme me agarre al colchón y tirando de el no conseguí levantarme. Lo único que conseguí fue mover esa mole de más de 20 kg. lanzándomela encima.

Con el orgullo tocado y lleno de dolor conseguí vestirme entre sollozos, muecas y lamentos. Me puse mi chándal último modelo poligonero, mis zapatillas adidas, cogí las llaves de casa y salí de ella dispuesto a todo.

Subí a casa del vecino, llamé y al rato me abrió la puerta una mujer mayor.

-¡Hola! Soy el vecino de abajo- Le salude. -¡Hola hijo!¿En que puedo ayudarte guapo?- Me contestó. -Mire, es que estoy en casa y he salido del turno de noche de trabajar y no puedo dormir- -Pero si mi nieto no hace ruido, está tranquilamente viendo la televisión y luego le voy a poner a leer unos cuentos ¡Si es muy bueno y tranquilo! ¿Te está molestando?- Me comentó asombrada -¡No! ¡Por eso subo! Le dije y a continuación la increpé: ¿Cómo un niño con las horas que son de la mañana no está jugando, chillando, tirándolo todo, golpeándose por todos lados y por ende llorando? ¿Pero en que mundo vivimos? ¡No ve que no puedo dormir por su culpa! ¡Póngale ahora mismo a jugar! ¡Y quiero oírle chillar, galopar y reír!-Le grité, mientras la señalaba y me bajaba por las escaleras hacia casa. Ella con cara de asombro cerró la puerta.

Llegué a mi cuarto me puse el pijama, rehíce la cama, puse la lámpara en su sitio, salí al balcón y les grite a los obreros de la obra de enfrente. -¡Oye!¡Que pasa!¡Que no os oigo y necesito dormir!-
De repente, en el piso de arriba, un niño comienza a correr por toda la casa , tirándolo todo y riéndose. Una excavadora comienza a escavar, mientras una hormigonera amasa los áridos del hormigón extendiéndolo uniformemente por la zanja.
Me tumbé, cerré los ojos y dormí plácidamente.
¡Buenas noches!¡Que descanséis como yo!

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