Madrid
Guardo en el calor de mis entrecejas
un corazón en duelo
y las espinas de un rosal.
Visto que al calor de mis entretelas
los actos son más que nuestras palabras
cuando tu sonrisa se convierte en amonal.
Y a medida que el sol se aleja de las plantas
y la noche ya no me alienta.
Mi corazón se parte en mil palabras
cuando la razón empieza a desaparecer.
Hoy los pájaros ya no cantan
porque la madrugada se ha convertido en anochecer
solo cantan tonterías nuestras palabras
que los pájaros jamás van a entender.
Como un guijarro entre las cejas
que quiebra mis entretelas
cuando tu no quieres avanzar.
Me vas a dejar decir
lo que no quieras oír,
me vas a dejar gritar
lo que no quieras escuchar.
Y si son palabras que quebrantan la mañana
las llenaré de amonal
para que no puedas parar la onda expansiva
y su mensaje rápidamente se extenderá.
Somos hijos de un horario
que cualquier día dejaremos de utilizar
y nos guiarán los sueños
que nos mostrarán como salir de aquí.
Nos alimentará el oxigeno de las plantas
que tiñen tus labios de carmín.
Al anochecer saldremos de aquí
los sueños no cesarán de fluir
y nos llevarán sin aliento fuera de Madrid.
Claudicaron los hijos de lo eterno
por verte sonreír.
Los cuervos siguen vivos en los cielos
en busca de los hijos del viento
que sueñan con cambiar lo que pudre tu jazmín.
Los buitres se alimentan de los restos
del naufragio que aquel Mayo quiso partir.
Encalló una noche de verano
porque tus restos no quisieron estar allí.
Y seguimos aquí, luciendo Madrid
queriendo encontrar el aliento
que nos haga vivir.
Y guardo en mis entretelas
un corazón ardiendo
y espinas de un rosal
que al calor de tu sonrisa quieren brotar.
29 de Agosto de 2016