POEMA NUMERO I

Ese poema que tu soñaste me mostró como eras.
Esa mirada que tu me regalaste me mostró la vida.
Eso que tu y yo soñamos resucitó nuestra nostalgia.
Seguimos nuestra senda como un poema de Panero
y tropezamos con piedras de cristal.
Rompiéndose en mil pedazos con tu mirada
y repartiéndose en los corazones sin romper.
¡Intocables!
Obligándonos a mentir.
Mentira piadosa de un niño sin madurar.
Esa fruta inmadura que no quiso crecer.
Ese poema que tu soñaste se mostró como era.
Un poema triste, afligido, apenado y taciturno.
Esa mirada que tu me regalaste me reveló lo mala que es la vida.
Vida engañosa, turbulenta, embustera y nada piadosa.
Ese sueño compartido resucitó en mi tu nostalgia.
Nostalgia por vivir, sentir, amar y soñar.
Fruta madura apunto de perecer.
Que con su caída enriquece a los indomables
dándoles un aliento de esperanza
y regalando sueños de libertad.
Ese poema que tu soñaste se mostró como era.
Un sueño de vida, un sueño de muerte.